En estas nos encontramos con Enrique, un pastor que nos explicó por donde atravesar el Calar hasta llegar a su punto más alto. Enrique también nos dijo que disfrutásemos del esplendido día que habíamos elegido para hacer la ruta. Mientras, él estaba contemplando como sus dos fieles amigos controlaban y bajaban poco a poco el ganado hasta la casa. Nos contaba que el lunes venía el veterinario y que para entonces el ganado debería estar allí. Del futuro nos contó la incertidumbre de la continuidad de su ganado. Su chico estaba estudiando lejos del pueblo y siendo el último pastor de la comarca no conseguía ver un futuro claro a su profesión. Al despedirnos nos insistió en disfrutar del día, al fin y al cabo teníamos el privilegio de estar recorriendo durante un día el lugar de trabajo que Enrique recorre todavía cada día.
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